Wily Loman, un vendedor ambulante neoyorquino de sesenta años, vive de las falsas esperanzas y de las ilusiones de las míseras comisiones que logra ganar recorriendo miles de kilómetros. El protagonista de esta obra se ha convertido en la imagen arquetípica de la inseguridad, de lo pasado de moda a la vez tierno y patético, de la capacidad humana de autoengaño y, a través de las constantes disputas entre los miembros de su familia, de cómo los defectos y los vicios de una generación pasan a la siguiente.
Mario Gas lleva a escena este clásico sobre el fracaso y la nostalgia en dos actos y un pequeño réquiem.