"...Mirar un cuadro y dejarse llevar. Dar paso a la fantasía y viajar a nuevos universos. ¡Soñar!.
La admiración por el instante fijo que ofrecen imágenes poderosas, fijadas en nuestras retinas desde pequeños, siempre nos persiguió desde que abrimos los libros en la escuela. Y en especial, las obras de tres maestros sin conexión aparente: el Bosco, Magritte y Miró.
Cada vez que veíamos pequeños monstruos pasearse por un cuadro que eran seis; cuando las manzanas verdes, muy verdes, se suspendían en el aire y los rojos se fundían con azules perfectos, nos emocionábamos.
No lo sabíamos, pero la chispa estaba ahí.
Un día, Aracaladanza sintió la irrefrenable necesidad de entrar en un museo, el del Prado. El Jardín de las Delicias nos estaba llamando. Y lo vimos. Y lo observamos. Y lo analizamos. Y lo estudiamos. Y nos emocionamos. Y tomamos una decisión: algún día habría que poner sobre el escenario todo lo que nos inspiraba.
Entonces estábamos muy ocupados con otras ideas. Pero el sentimiento era fuerte y el deseo creció.
Sin embargo, no fue cosa de un solo cuadro.
En nosotros prendió una obsesión: revolver en nuestros recuerdos y disfrutar de la magia de nuestros pintores favoritos.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que era absurdo elegir porque con tiempo y paciencia, podíamos rendir homenaje a aquellos que nos hicieron felices.
Y fue entonces cuando nació la trilogía.
Las piezas empezaron a encajar. Primero, El Bosco. Después Magritte. Miró, de exquisito postre.
Y así, Pequeños Paraísos. Y así Nubes. Y ya veremos la siguiente…"