"A no desesperar. Nunca es tarde ni desacertado asomarse a la presentación del teatro de las conductas irracionales. Sobre todo si entendemos que la cruzada por la dignidad humana aún no está acabada. Muy por el contrario: la demoledora leyenda sobre la alienación y destrucción del hombre contemporáneo sigue vigente, y aún más ante la sacudida –y posterior caída- de los centros del manejo del poder económico. El fondo se presiente pero aún no se ve. La fábula de David Mamet es tristemente reconocida: debido a las pocas ventas, la central de una empresa inmobiliaria reta a un grupo de sus vendedores a un singular concurso: el mejor vendedor se lleva un automóvil, el segundo un práctico juego de cuchillos. Los demás a la calle. ¿Es realmente difícil imaginar que hoy nos puedan enfrentar a una oferta semejante? Obviamente no. Entonces, lo que intuimos: los actos degradantes de este grupo de agentes inmobiliarios -que evidentemente intentarán llegar a la superficie en ese mundo competitivo, en un mercado ahogándose en plena depresión- se volverán, observados desde la platea, cada vez más cercanos. La humanidad será anulada moralmente y por lo mismo se nos volverá temida. Y la caída parece no tener fin. El teatro como registro o sensación de algo ya pasado puede obviamente jugar –en este caso, subrayar las acciones manejadas por los implacables tentáculos del capitalismo salvaje- y mostrar las consecuencias de ese juego. Pero lamentablemente no podrá presentar soluciones. Sí, a través de esta espléndida radiografía del culto al poder y al dinero, intentar una durísima condena a una sociedad que hoy en día resulta poco solidaria; sociedad sometida a un inescrupuloso entramado social y económico que nos ofrecerá, siempre que pueda, inversiones dudosamente maravillosas. "
Daniel Veronese