“Todos eran mis hijos” es una obra que despliega en su asombrosa trama una actualidad abrumadora. Es una de esas maravillas de Miller que nos hacen volver a cuestionar los valores más básicos de una sociedad que parece haberlos olvidado hace mucho. Y si bien la época en que transcurre nos remite al pasado, el debate moral al que nos somete nos coloca irremediablemente en el presente. Así y todo, es en los vínculos de los personajes, en sus secretos, en sus omisiones, donde se ubica el núcleo de la obra. Y esta posibilidad de investigar en las relaciones humanas fue la razón por la que elegí dirigir esta obra, con la hermosa sensación de estar volviendo a casa.
Claudio Tolcachir