¿Qué nos convierte en una sociedad moderna más allá del paso del tiempo y los adelantos técnicos? ¿En qué hemos progresado? ¿Hemos solventado la injusticia, la miseria, la desigualdad, la guerra, el terror, la intolerancia? Ya ni siquiera creemos que una revolución sea posible, por mucho que algunos países árabes intenten convencernos de lo contrario luchando contra los sátrapas que nuestros progresistas y modernísimas sociedades occidentales contribuyeron a crear buscando su propio beneficio. El dinero manda y lo aceptamos como un axioma más.
Es el sistema que nos rige y no tiene alternativa... ¿No la tiene? ¿En serio debemos aceptar como inevitable un sistema que ahonda de una forma cada vez más salvaje y descarada en primar el beneficio económico frente a la dignidad del ser humano? Este "enorme progreso" de nuestra sociedad con respecto a la que asistió al estreno de los Veraneantes de Gorki me decidió a emprender la reescritura del texto. Nuestros veraneantes están aquí y ahora. Posiblemente con la misma necesidad de cambio que sus antepasados rusos pero, tal vez, más incapaces para provocarlo y, seguramente, menos valientes.
Con todo a su disposición para ser felices en este tiempo feliz... pero qué estresante puede llegar a ser esta necesidad imperativa de pasarlo bien y buscar la felicidad. La verdad es que yo he sido feliz durante los ensayos de Veraneantes. Incluso a pesar de las dudas y la incertidumbre. Una sola certeza: tengo el mejor grupo actoral que un director pueda soñar. Déjense llevar por ellos. ¡Por fin ya es verano!
Miguel del Arco
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