Un joven maestro llamado Bertram T. Cates ha sido sometido a juicio por violar una ley del Estado de Tennessee. El delito que se le imputa es haber enseñado la teoría de la evolución de Darwin a un grupo de estudiantes de secundaria. La prensa y los medios de comunicación no permanecen ajenos a este debate que enfrenta religión y ciencia.
SINOPSIS CRÍTICA
En 1925, en la población de Dayton, un joven maestro llamado John Thomas Scopes fue sometido a juicio por violar una ley del Estado de Tennessee. El delito que se le imputaba era haber enseñado la teoría de la evolución de Darwin a un grupo de estudiantes de secundaria. La prensa y los medios de comunicación no permanecieron ajenos a este debate que enfrentaba religión y ciencia. Lo bautizaron como “El Caso Scopes” o “El juicio del mono”.
Los antievolucionistas lograron en los primeros años de la década de 1920 que 37 estados aprobaran decretos para prohibir la enseñanza de la evolución en las escuelas públicas.
Este juicio fue aprovechado políticamente, por defensores y detractores de un fundamentalismo religioso que pretendía hacer de La Biblia una lectura literal, en cuyos preceptos debía basarse toda ley.
Nuestro relato parte del film que Stanley Kramer realizó en 1960, a partir de la obra de teatro “Inherit the wind” escrita por Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee, estrenada en Broadway en 1955. El título hace referencia al Libro de los Probérvios 11:29, de la Biblia del Rey Jaime, que dice:
“Aquel que cree disturbios en su casa heredará el viento: y el tonto se convertirá en el sirviente del sabio de corazón”
En 1999, el estado de Kansas decidió suprimir cualquier mención sobre la teoría del Big Bang, la edad de la Tierra y la teoría de Darwin del programa de las escuelas públicas.
En 2005, Darwin ha ganado su primera batalla en los tribunales estadounidenses. Un juez federal decidió prohibir la enseñanza de la teoría del diseño inteligente -el nuevo disfraz del viejo creacionismo- que se impartía desde 2004 en el pequeño pueblo de Dover (Pensilvania). Los once padres de familia que denunciaron esta situación, se han convertido así en los ganadores de la mayor batalla legal sobre la enseñanza de la evolución desde 1925.
La guerra continúa.
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