Nació en Málaga en 1984 y comenzó a bailar con tan sólo tres años.
En 2005 estrena su primer espectáculo, Entre paredes. A este le siguieron una novena más. El eterno retorno, basado en textos de Nietzsche.
2006, Turquesa como el limón, mostrando "facultad para bailar cada sonido, y cada silencio. Cada idea, cada sensación. La facilidad, obviamente dada por las horas de estudio, de decir lo que le place. De decirlo todo, y todo bien. Una superdotada. (…) En muchos aspectos es la más importante bailaora de hoy. Así es, no me pregunten por qué" (Juan Vergillos, Deflamenco.com).
2007, Almario, dirigido por Miguel Serrano. Donde Rocío Molina desnuda su baile y muestra el flamenco "más libre aún, pies, cuerpo, mente y alma. Ya está aquí la siguiente generación, ya ha llegado una nueva escuela." (Silvia Calado, Flamenco-World.com).
2007, Por el decir de la gente, donde la artista además de presentar la idea original, se encarga de la dirección y la coreografía.
2008, Oro viejo, en la XV Bienal de Flamenco de Sevilla, llegando a escribirse de ella: "ha sido una de las más tremendas expresiones de flamenco contemporáneo que yo haya tenido nunca la suerte de ver. Esto es una forma evolucionada de flamenco, completamente fiel a sus orígenes. Expresivo, seguro y exuberante, es una muestra del talento de Rocio y un indicador apasionante de las aventuras por las que ella nos conducirá durante los próximos años" (Carole Eldrich, BALLET MAGAZINE).
2009, Cuando las Piedras Vuelen, donde "todo sucede en armonía, con un ritmo escénico que no cesa, que empuja suavemente a gozar de una bailarina superdotada e inteligente" (Julia Martín, EL MUNDO). Una nueva vuelta de tuerca a su trabajo coreográfico y escenográfico, uniendo su talento al del director de escena Carlos Marquerie.