Un trozo invisible de este mundo está compuesto por cinco piezas:
Samba Martine, congoleña, murió tras pasar 40 días en el Centro de Internamiento para Extranjeros de Aluche. En su entierro en Madrid estaba su madre. Entre lágrimas repitió esta frase una y otra vez: 'Yo que te parí, no te puedo abrazar. Yo que te vi crecer, no te puedo abrazar". Sus palabras retumbaron en mis oídos durante días. Decidí entonces escribir algo al respecto. Después llegaron cambios legislativos que afectaban a los inmigrantes y entonces las ganas de escribir crecieron hasta hacerse necesidad. Casi todas las historias de esta obra están inspiradas en experiencias propias y ajenas, en hechos reales –el más evidente es el de Samba, mencionada en el texto Mujer– y en las anécdotas que me relataron generosamente distintas personas. He querido plasmar toda la ironía, el sentido del humor y el drama que me transmitieron, sin paternalismo ni condescendencia. Hablo de inmigración y de exilio, quizá porque en el origen de la migración se esconde la desigualdad que marca el compás del planeta, quizá porque hablar de los otros es hablar de nosotros. Decía John Berger que quien acepta la desigualdad como algo normal se convierte en un ser fragmentado. En estos momentos de crisis es más necesario que nunca tener espacios donde reflexionar sobre la realidad. Nosotros hemos querido traer a la escena un pequeño fragmento de esa realidad, un trozo invisible de este mundo, para pensarlo colectivamente.
Juan Diego Boto