La acción se sitúa en Ispahán, antigua capital de Persia, en el siglo XVI. ACTO PRIMERO Patio interior en el palacio real del sultán. Alifafe, el Eunuco y los genízaros están a las puertas del harén alabando la belleza de las odaliscas, mientras estas se quejan de que el sultán no las hace caso. Aparece el gran visir, Abedul, que viene de pasar la noche con una muchacha; siempre que hace esto se queda sordo. Alifafe pretende pedirle un aumento de sueldo por los servicios prestados pero el visir no lo oye. Llega también Pantea, la sultana, que está preocupada porque el sultán Darío, su hijo, ha decidido casar a su hermana próximamente y quiere confesarle al visir un gran secreto. Le cuenta que según las leyes persas si el hijo primogénito es niña hay que matarlo y si el segundo es niño hay que matarlo también, y ella cuando dio a luz por primera vez y tuvo una niña, para poder salvarla la escondió de todo el mundo y la educó haciendo creer que era niño, incluso a la propia niña que es ahora Darío, su hijo, el sultán. Su segundo hijo fue un niño e hizo lo mismo y es ahora la princesa Benamor, a la que su hermano quiere desposar. El visir no la puede oír, pero ella cree que sí y se va satisfecha de habérselo contado y pensando que podrá contar con su ayuda. Aparece Darío, el sultán, que va a recibir a los tres pretendientes de su hermana: Jacinto que es un joven enclenque, Rajah-Tabla, un feroz guerrero, y finalmente Juan de León, un caballero español que se hace pasar por otra persona, pero no logra engañar al sultán. Por alguna razón al sultán le agrada mucho Juan de León. Cuando los pretendientes, la corte y el sultán se han ido aparece Benamor con ademanes muy bruscos y a la que han detenido los miembros de la guardia queriendo escapar; Pantea, su madre, la reprende y la amenaza con encerrarla en el castillo de Mudarra. Llega Darío y le comunica a su hermana que ha decidido casarla y esta no parece oponerse demasiado pensando que así será más libre, pero cuando le comunican que ha de elegir entre uno de los tres pretendientes decide fugarse y así lo hace. El acto termina cuando el sultán Darío ordena que busquen a su hermana la princesa Benamor. ACTO SEGUNDO En el mercado de Ispahán se encuentran el visir, los genízaros y Alifafe buscando a la desaparecida princesa Benamor; un traficante, Babilón, le propone al visir que le compre una bella muchacha llamada Nitetis, pero este no accede porque está abrumado por los problemas que se le plantean y quiere estar en posesión de todas sus facultades. Aparece Pantea, la sultana, también buscando a su hija-hijo y al darse cuenta de que el gran visir Abedul no la entendió cuando le expuso el problema se introduce con él en la tienda del mercado y decide volver a contárselo. Entre tanto aparecen también Darío y Benamor que se encuentran y deciden escuchar la conversación de su madre con el visir y por la cual se enteran de que… ¡tienen los sexos cambiados! Benamor —más impaciente— quiere actuar inmediatamente, pero Darío cree que el visir encontrará la solución. Mientras tanto el visir trata de consultar a Zaratustra para que le ilumine. Llegan también al mercado los dos pretendientes, Jacinto y Rajah-Tabla, que se encuentran con Benamor y Darío, así que coquetean con la princesa, pero ella los rechaza. Aparece también el caballero español que quiere comprar a Nitetis, pero no tiene dinero. Cuando descubre a Darío se lo pide y el sultán, lleno de celos, decide comprarla para su harén. Los otros dos pretendientes rechazados han llegado a la conclusión de que Benamor debe de estar enamorada de Juan de León y como necesitan ambos casarse con Benamor porque es rica y les podrá sacar de los apuros económicos que los dos están pasando, trazan un plan para desafiar y quitarse de en medio al caballero español. ACTO TERCERO En el palacio del sultán, el traficante Babilón ha venido a ver si cobra el importe de la nueva odalisca que ha entregado en el harén. Benamor, ahora que sabe que es hombre, está disfrutando del harén sin que las odaliscas se den cuenta, simplemente comentan que es muy cariñosa con ellas. Abedul está preocupado porque Zaratustra no le inspira ninguna solución y no sabe cómo abordar el problema. Además, le ha salido una pretendiente y no quiere verla hasta que vea a un otorrinolaringólogo. Habla con Juan de León y decide contarle lo que sucede, incluyendo en el relato que el sultán Darío está perdidamente enamorado de él. Benamor también se sincera con Nitetis y le declara su amor, prometiéndole que será su favorita cuando sea sultán. Finalmente, el caballero español propone para que nadie se entere del cambio, que Benamor y Darío viajen fuera del país, entretanto será sultana la madre, Pantea, y cuando regresen nadie reconocerá que se han intercambiado. Pero antes Benamor ataca a los otros pretendientes para que desistan de su empeño, aunque luego el sultán les dará una indemnización. ¡Por fin, todos cantan felices a Amor!