La acción transcurre en una localidad imaginaria del norte de España, Cantabreda. PRIMERA PARTE PRIMER ACTO Amanece y se escucha el canto de unos marineros. En el Café del Vapor, su dueño Ripalda, recibe a un cliente, Verdier, un extraño marino marsellés. Abel, un joven músico, entona un romance que habla de Marola, la tabernera que regenta un local cercano. Lejana se oye una salve marinera. Abel pone al corriente a Verdier de la belleza de la tabernera y de la extraña relación que la une a Juan de Eguía, hombre huraño y brusco que es el dueño del negocio. Aparece Chinchorro, otro marinero, muy dado a la bebida, en cuyo barco tripula el joven Leandro, enamorado de Marola. Verdier y Juan de Eguía, antiguos conocidos, tienen un negocio entre manos y para hablar cómodamente de ello alejan a Ripalda mandándole a buscar tabaco, encargo que este delega en Abel. Llega Antigua, esposa de Chinchorro y, como el marido, muy dada a consolarse con la botella. Está celosa por las visitas de Chinchorro a la taberna y tiene con él una pequeña bronca. Juan de Eguía pide a Marola que convenza a Leandro de que haga para él un servicio. Verdier no está muy decidido a que Marola de esta manera se involucre en el asunto, lo mismo que Simpson, un maduro lobo de mar inglés también metido en el negocio. Leandro declara su amor una vez más a Marola. Antigua, al frente de un numeroso grupo de mujeres, recrimina a Marola el hecho de que traiga locos a todos los hombres del pueblo. Cuando reaparece Juan de Eguía trata con bastante violencia a Marola, a quien en vano intenta defender Abel. SEGUNDA PARTE SEGUNDO ACTO Al día siguiente, en la taberna, en medio del bullicioso ambiente, Marola interpreta una bonita canción, seguida por otra, esta vez en la voz de Juan de Eguía. Abel pone a los lugareños en contra de Juan de Eguía al contarles el maltrato que tuvo con Marola. Deciden llamar a Leandro para que encabece la represión. Entretanto Simpson ha prevenido a Leandro del negocio que a través de Marola le van a proponer, advirtiéndole de su peligrosidad, ya que se trata de un alijo de cocaína. Leandro se reencuentra con Marola, pero esta sigue eludiendo el tema, a pesar de las facilidades que le da el complaciente muchacho. Antigua pide «perdón» a Marola por su anterior conducta y es la oportunidad de que Leandro se entere del trato que recibió por parte de Juan de Eguía. Ante su cólera, Marola se ve obligada a revelar la verdad: Juan de Eguía es en realidad su padre y, por tanto, no quiere que se enfrente a él. Leandro le dice que sabe lo del negocio de cocaína y se ofrece a intervenir. Ella decide acompañarle y se citan para esa noche en el rompeolas. Los hombres acuden ante Juan de Eguía exigiéndole cuentas por su actuación con Marola. Pero Leandro acaba por ponerse de parte del tabernero, haciéndose cargo además de recoger la mercancía. Abel se desespera, pero es incapaz de hacer algo. TERCER ACTO Marola y Leandro han recogido la cocaína cuando son sorprendidos por una galerna y su barca desaparece. Chinchorro especula sobre lo que pudo haber ocurrido, mientras que Ripalda secretamente se alegra, porque así se cerrará la taberna que está arruinando su vecino negocio. Desesperado por lo que le puede haber ocurrido a Marola, Juan de Eguía confiesa públicamente su paternidad, al mismo tiempo que se lamenta de lo mal padre que ha sido para ella. Pero llega Simpson con la buena noticia de que la pareja se ha salvado, aunque ha sido detenida por unos carabineros. Juan de Eguía se confiesa único culpable, por lo que es apresado y Marola y Leandro son puestos en libertad.