Francisco Nieva

Francisco Nieva Ganador del premio a Premio MAX de Honor de la VII edición 2004

Hombre de teatro, y por tanto hombre de la palabra (aunque les dañe a ciertos contorsionistas escénicos, que han terminado empobreciendo las tablas) a Paco Nieva sólo puedo imaginármelo entre refinados velludos, contemplando en su sillón detectivesco, y en pantalla futurista, el volar y el triscar de las naves interestelares… ¿Qué quiero decir con esto? ¿Acaso que Francisco Nieva es una estrella? Pues sí, lo es. ¿Que es a la par moderno y antiguo, audaz y cosmopolita y muy de su casa, como en parte sugería el maestro Rubén Darío? Pues sí. Nieva es aquilatadamente moderno y muy sabiamente antiguo. Y como todo hombre de imaginación (Nieva, ante todo, es un imaginativo) también es alguien que vuela, que va de vuelo…

Maravilloso creador, inventor y gustador (degustador también) de las palabras, Francisco Nieva ha viajado con ellas a los rincones lujuriosos de las Dos Sicilias, se ha encerrado en grutas con mancebos luciferinos y ha visitado a Nosferatu tratándolo, lógicamente, de tú a tú. Nieva ha ideado mendigas sublimes, vecindonas magas, Señoras Tártaras neogongorinas y gayas, y montajes con carrozas de plomo candente y mucha, muchísima, muchicelebérrima libertad. Porque Paco –que ha vivido todo y ha gustado casi todo– sabe que la libertad, plural e inmensa, es el gran y único hontanar del arte, la genuina fuente Castalia del artista. Mago, perverso polimorfo, académico con zapato de lamé, viajero espaciotemporal, vividor, monárquico y libertino, Francisco Nieva –nuestro querido Paco, el de voluptuosas manos– es un señor escritorazo que se las pinta solo para decir, amenizar, indagar y galopar las bellezas y los misterios como un potro jubiloso. Paco Nieva volador se llama así Literatura.

Luis Antonio de Villena