En el verano de 1928, Federico García Lorca leyó un suceso en el periódico: un crimen pasional ocurrido en un lugar de Andalucía. Años después, el 8 de marzo de 1933, estrenaba Bodas de sangre, que vería tiunfar después en Barcelona y en Buenos Aires, que vería aun en vida del autor nuevos estrenos en Nuevayork y de nuevo en Madrid y Barcelona. Luego vino el silencio atroz y más tarde el regreso de sus obras como las de un clásico.
Los que hoy hemos puesto nuestro empeño en este espectáculo aprendimos a leer y a respirar el teatro con las obras de García Lorca; tal vez podemos recordar nuestra primera lectura de algunas escenas y descubrir que sucedió antes que nuestro primer beso. Para nosotros, Lorca es nuestra cultura, nuestras palabras, el fondo que está debajo de cada una de nuestras creaciones. Tanto, que olvidamos mencionar su nombre cuando nos preguntan acerca de nuestras lecturas e influencias, porque no es una lectura o una influencia. Es nuestro país, del mismo modo que lo es nuestro idioma o nuestra infancia.
Estos meses en que ha ido fruteciendo este espectáculo nos han descubierto que eso que sentíamos como propio es en realidad común; que cada uno que se acercaba al trabajo que estábamos haciendo sentía este espectáculo como cercano. Tan cercano como los relatos familiares que construyen la historia común de los pueblos. Tan cercano como los seres humanos que nos cruzamos cada día.
Claro, es una versión. Cualquier espectáculo lo es. Incluso los tres que vio el autor en 1933 eran versiones diferentes, siempre en diálogo con el texto del poeta. Todo en este espectáculo se ha hecho pensando en ofrecer del mejor modo posible la palabra de Lorca, su esencia y su emoción. Quien conozca la obra de Lorca lo suficiente para echar de menos una frase, o para descubrir unos versos de alguna de sus obras que han visitado nuestro Bodas de sangre, podrá comprobar el amor y el cuidado con el que se ha tratado cada palabra y cada silencio de esta obra.
Palabras, silencios, sabores, sonidos.... Presentamos una versión bañada en el mundo de Lorca, que es el nuestro; y susurrada por el agua, por la inquietud de la noche a la orilla del río Segura; y atravesada por el escalofrío de los auroros que nos ponen un puño dentro del pecho. Hemos hundido nuestros pies en la tierra y nuestros labios en las palabras de Bodas de sangre. Creemos que el autor oiría sus latidos reflejados en este trabajo, al mismo ritmo que los de nuestros corazones.
José Ramón Fernández
Autor: Federico García Lorca
Versión: José Ramón Fernández
Escenografía: Susana Rodríguez y Octavio Galán
Música: Salvador Martínez
Dirección escénica: Antonio Saura
Reparto: Alfredo Zamora, Susi Espín, Ángeles Tendero, Esperanza Clares, Lola Martínez, Antonio M.M. Jacobo Espinosa, Pedro Segura
Equipo Técnico en gira
Responsable Técnico: Mateo Nicolás
Iluminación: Mateo Nicolás
Maquinaria: Alejandro Rodas
Sonido: José Marsilla
Escenografía: Octavio Galán
Diseño iluminación: Antonio Saura
Vestuario: Paco Beltrán
Fotografía: Pepe H