Los que van hacia un lugar incierto. Huyen porque fueron expulsados de su lugar de origen y en la huida se cruzan, se encuentran. Les une una necesidad común: resistir. Descubren que sosteniéndose los unos a los otros evitarán desaparecer. El cambio y la incertidumbre por el devenir es todo el presente. Sobrevivir, no transigir. Atravesar el desierto como una manada de animales heridos que no matan muriendo.
Avocados a la nada, con lo poco que han podido conservar en la huida. Conviven, tienen que permanecer juntos para sobrevivir. Un estado de excepción, interno y universal. Un diálogo en el que las voces tienen que dejar atrás la desconfianza, el recelo, la estridencia de lo que han sido para dejarse llevar por el susurro del objetivo común, para unirse en un silencio de vida que pasa por la muerte misma. Como una manada de animales heridos que no matan muriendo, que se lamen las heridas para hacerse invencibles.