He escogido el pasado como materia para escribir La piedra oscura. Un pasado que, sin embargo, no deja de lanzar preguntas incómodas sobre nuestro presente y los débiles cimientos de esta democracia ahora asediada. He escrito sobre el pasado también para cuestionar mis certidumbres sobre él y como brújula de un futuro incierto. La piedra oscura es también un canto de amor a Federico García Lorca, a su memoria como una luz siempre imprescindible y a su cuerpo ausente como una oscura herida de este país. Pero La piedra oscura es, ante todo, una indagación sobre los que quedaron en los márgenes de la foto oficial de la Historia, detrás de las grandes fechas, de los grandes nombres. Nuestros padres, nuestros abuelos. Aquellos que fueron casi devorados por el tiempo y el olvido. Para que su memoria perdure.
Alberto Conejero
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