Con su adaptación de la leyenda de Fausto al clima intelectual y emocional de nuestra propia época, Pandur representa un proceso alquímico, en el que todo lo que entra en el espacio escénico se transforma, y de este modo construye su propio lenguaje escénico, su propia Poesía y verdad. En medio de la lucha eterna contra un mal omnipresente, Pandur pone en escena el eterno deseo por lo que no poseemos, familia, amor, juventud o belleza. Al entrar en el campo de lo mágico, en las llanuras de las esferas cósmicas, a Fausto se le permite experimentar la realización total, aunque sea por un instante, incluidos el amor, la autoridad y el poder, pero el contrato con Mefistófeles (o consigo mismo) firmado con sangre, le lleva de nuevo, finalmente, a su propia soledad y a la transitoriedad de la vida.
¿Está en su «teatro del mundo» solo contra el mundo? ¿O está el mundo contra él?
¿Es un dios o un esclavo? ¿Y consigue el conocimiento de «cuándo», «cómo» y «dónde»?