Lydia Cacho, periodista y activista mexicana, fue secuestrada y torturara por la policía mexicana en 2005 por publicar un libro en el que denunciaba una red de pederastia en la que estaban implicados importantísimos empresarios y políticos de su país. Este hecho dejó una vez más al descubierto la corrupción institucional que se vive en México y que a día de hoy sigue totalmente vigente. Tan solo en el mes de Enero de 2022 tres periodistas fueron asesinados en Mexico, 3 más que se suman a los 145 ya asesinados desde el año 2000. Ser periodista o Defensor de los Derechos Humanos en Mexico son dos de las profesiones más peligrosas del país y ni tan siquiera el presidente de la República es capaz de protegerlos. Cuando ustedes lean estas palabras no sé cuántas periodistas más habrá muerto en México a manos de sicarios protegidos por el gobierno. Es necesario que esta infamia se conozca y que la historia de Lydia Cacho se reivindique y se denuncie desde el escenario. Para contar la historia de ese secuestro usamos dos lenguajes: el teatral y el cinematográfico. Realmente es teatro, pero parece cine: una operadora de cámara sigue en todo momento a la protagonista, los planos que recoge esa cámara en directo combinados con los de otras cinco cámaras ocultas entre la escenografia se proyectan en una gran pantalla. El espectador ve a la actriz sobre el escenario pero también tiene la opción de verla en la pantalla como si se tratara de un thriller cinematográfico. Para conseguir ese efecto es muy importante el realismo poético que Alessio Meloni propone desde la escenografía sumado el estudiadísimo diseño de iluminación de David Picazo o el espacio Sonoro creado por Sandra Vicente. Todo esto genera una experiencia inmersiva y única para el espectador.