Parece que Topazia ha heredado una sala circular en la que quiere abrir un bar. Bueno, en realidad quiere volver a actuar, pero es más fácil llevar gente a un bar que a un teatro, lo cual tiene sentido, ya que una caña no defrauda. Así que abrirá el bar y meterá un escenario dentro. Parece que Sergio la ayuda a montar un homenaje a la cantante italiana Mina. Le dirige los gestos. Parece que es su novio, pero no lo tienen claro. Parece que aparece de repente un hombre con ojos de un terror antiguo. Parece que esta llegada genera cierta inquietud en todos. Parece también que hay un pianista joven. Y una bailarina vieja. Parece que vienen de otro tiempo y parece que este tiempo va a los saltos, parpadeando. Parece que algo pasa con los gestos. Como si también fueran a los saltos. -¿Parpadean?- Se han movido de sitio, parece, como en un terremoto que hace ahora temblar el sentido. Ya nadie sabe si hace lo que hace porque quiere o solamente repite lo que alguien ya ha hecho antes. Parece que esto del antes es relativo. Que no se puede determinar si lo que pasa precede o si sigue a lo que sigue. O qué cosas se perdieron en un cerrar de ojos. Parece que alguien ha estado en Roma. Y que allí el tiempo se despliega replegándose. Y que después de Roma, todo es poco. Parece que eso es todo lo que se puede decir, de momento, de esta obra.