La escena catalana celebra el talento de las y los finalistas en los Premios Max 2025

La escena catalana celebra el talento de las y los finalistas en los Premios Max 2025

Un encuentro para compartir ideas y complicidades escénicas

La sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en Cataluña ha sido, esta mañana, el escenario de un encuentro especial para compartir reflexiones, procesos de trabajo y expectativas con las y los finalistas catalanes de la 28.ª edición de los Premios Max de las Artes Escénicas. Organizados por la Fundación SGAE, el acto ha servido como reconocimiento y espacio de celebración y visibilización del talento de la escena catalana que viajará a Pamplona-Iruña el próximo 16 de junio.

El encuentro ha sido copresentado por Luis Gómez, director de Experiencia de Socios y codirector de SGAE en Cataluña y Baleares, y por Mercè Vallverdú, responsable de Servicios Jurídicos y codirectora de SGAE en Cataluña. Gómez ha destacado que “queremos hacer un pequeño homenaje a vuestro recorrido y a vuestro compromiso con la creación escénica que representáis”, mientras que Vallverdú ha remarcado que “hay que poner en valor la riqueza de propuestas que conviven en la escena catalana actual, desde grandes producciones teatrales hasta proyectos de calle, pasando por la experimentación, la danza y el musical contemporáneo”.

Una de las obras que más ha destacado ha sido Afanador, del Ballet Nacional de España, que lidera las nominaciones con siete candidaturas. El compositor y músico Juan Cristóbal Saavedra, finalista a mejor composición musical para espectáculo escénico, ha explicado que “fusionar flamenco con electrónica ha sido un reto artístico y emocional que nos ha obligado a buscar un nuevo lenguaje sonoro para una danza cargada de memoria”. El diseñador de luces Bernat Jansà, finalista a mejor diseño de iluminación, ha destacado que “la iluminación se ha inspirado directamente en el universo visual del fotógrafo Ruven Afanador; buscábamos que cada cuadro tuviera su propia aura”.

También ha estado presente La Quijá, del Mercat de les Flors, con dos nominaciones. Su coreógrafa Paloma Muñoz ha descrito la obra como “una indagación física e íntima basada en las cavidades del cuerpo y la memoria”, añadiendo que “es una creación nacida desde la intuición y las imágenes ancestrales de la Siberia extremeña, con un trabajo corporal profundamente visceral”.

El dúo GN|MC Guy Nader | Maria Campos, con cinco nominaciones por Natural order of things, y la diseñadora de luces Conchita Pons han hablado del trasfondo conceptual de la pieza. “El movimiento es el motor de una reflexión sobre nuestra naturaleza y nuestra resistencia”, han explicado Nader y Campos. “Queríamos que el paso del tiempo se hiciera visible en cada gesto, en cada repetición”. Pons ha añadido que “la luz acompañaba este ciclo vital y rítmico con una respiración propia”.

La apuesta por el gran formato ha venido de la mano del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) con Ànima, un musical de gran formato en catalán que parte del mundo de la animación de los años treinta para hablar de libertad creativa y femenina. Sus autores, Víctor G. Casademunt y Oriol Burés, han subrayado la importancia de la dirección coral y la reivindicación del papel creativo de las mujeres: “Es una historia de lucha y libertad explicada con música, humor y mucha ambición escénica”. Carme Portaceli, directora artística del TNC, ha remarcado: “Para nosotros, Ànima es mucho más que un espectáculo: es una declaración de intenciones sobre cómo queremos narrar el futuro desde el teatro público”.

La compañía Dagoll Dagom ha sido representada por la productora Anna Rosa Cisquella y el compositor Andreu Gallén, finalistas por L’alegria que passa. Cisquella ha reivindicado “la vigencia del clásico de Santiago Rusiñol y como, a partir de él, se pueden hacer grandes espectáculos musicales”. Por su parte, Gallén ha afirmado que “me olvidé de que era una obra del siglo XIX para escribir un musical contemporáneo del siglo XXI”.

Finalista a mejor espectáculo de calle, El valor de nada, de la Cia. Pagans en colaboración con FiraTàrrega, ha aportado una mirada tecnopoética al espacio público. Marc Fernández, coautor de la obra, ha explicado que “hemos querido experimentar cómo la tecnología puede recuperar la oralidad y hacerla dialogar con la naturaleza en un formato inmersivo y abierto”.

También finalista a mejor espectáculo de calle, Fugit, de Kamchàtka, ha sido representada por Santi Rovira, miembro fundador de la compañía. “Fugit es una invitación a ponerse a la piel de quien huye, pero también de mirar al otro como un reflejo de nosotros mismos”, ha dicho. “El espectador no solo mira: participa, anda y se transforma con la experiencia”. 

La autoría dramática y la interpretación también han sido protagonistas. Àgata Roca, finalista a mejor actriz por L’imperatiu categòric (Teatre Lliure), ha confesado que el papel que dio Victoria Szpunberg “ha sido un regalo, sobre todo cuando las mujeres entramos en la madurez. Me ha sacudido y he entrado en la piel de una mujer sola, expulsada de su casa en una Barcelona cada vez más inabarcable”.

También hay estado presente Miriam Moukhles, finalista a mejor actriz por Tots ocells, de La Perla 29. Según Moukhles, “el texto de Mouawad nos interpela como individuos, como comunidad, como seres con memoria y espiritualidad. Es una obra que remueve por dentro. Interpretar mi personaje también ha sido un regalo que destila humanidad”. 

Finalmente, Thauma, una coproducción de La Mula, Teatre Lliure y Nilak, ha aportado al encuentro una mirada escénica experimental donde la tecnología se convierte en materia viva. Su creador visual, Víctor Peralta, ha explicado que “el dispositivo escénico se construye a partir de la sorpresa y el impacto visual, buscando abrir ventanas simbólicas hacia la poesía y el origen”.

El encuentro de las y los finalistas a los 28 Premios Max ha puesto de manifiesto la vitalidad y la diversidad del panorama escénico catalán, así como la necesidad de seguir generando espacios para compartir, con complicidad y hacer red. Con la mirada puesta en Pamplona, la escena catalana celebra el camino recorrido y proyecta, un año más, su fuerza, pluralidad y capacidad transformadora dentro del conjunto de las artes escénicas estatales.